jueves, 20 de septiembre de 2012

Junta los dedos, pide un deseo


Los sentimientos están para vivirlos.

    El fallo de las mujeres es que nos pasamos demasiado tiempo hablando de ellos y no esperamos a dejarnos llevar en el momento oportuno. No podemos dejar de darle vueltas a lo que sucede alrededor de la línea de tiempo aunque no podamos interferir en ella en absoluto.


    Debemos aprender a estar en el momento presente porque el pasado es solo un recuerdo y el futuro se encuentra demasiado lejos. Debemos ser inmensamente felices en este justo instante porque estar vivo es lo más maravilloso que podría habernos ocurrido, porque cada sueño pendiente o alcanzado sirve para prolongar la ilusión de más de nuestras pupilas, porque nos quedan tantas cosas por ver que nos obligan a estar en continuo movimiento día tras día.


   En ocasiones pensamos que sentir es lo más complicado que tiene la vida pero no nos damos cuenta de su belleza y de la armonía que alberga nuestro ser cuando cualquier sentimiento, se apodera de un cuerpo y consigue hacerle volar.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Adiós


Todavía no he conseguido olvidarte. Y lo siento por mí pero estoy convencida de que jamás voy a conseguirlo. Me enseñaste todo aquello que siempre había anhelado sin ni siquiera conocerlo, me abriste los ojos y llenaste de color el miedo y la indiferencia que tenía acumulada. Todo fue perfecto para mí, lo hiciste como nadie lo había hecho jamás y te lo agradeceré estés donde estés porque me sentí la mujer más afortunada del mundo durante esos días, porque me siento afortunada hoy al poder recordar lo más bello que me ha pasado en mi vida.

Tu sonrisa sincera y encantadora que me enamoraba cada vez que me mirabas. Recuerdo que teníamos una conexión especial y te adelantabas a mis palabras, eso me volvía loca. Me hacia sentir tan especial. Una vez, jugando a las películas, adivinaste algo imposible y me sacaste del aprieto de mis nervios delante de personas que no conocía de nada. Por momentos como ese no quería estar sin ti porque tú veías más allá de lo que mostraba o te contaba.

Era tan hermoso oírte reír. Recuerdo que podías estar más de diez minutos repitiendo el mismo chiste y tu risa no se calmaba a pesar de ello, volvías a contarlo como si no lo hubieras escuchado, fijándote más en los detalles. Me encantaba verte feliz, era extraordinario formar parte de tu felicidad y llenarte de ilusión, de ganas de hacer cosas que habías perdido hacía tiempo.


Me acuerdo también de tus besos cuando encontrabas un te quiero escrito en tu despacho, cuando al entrar al coche descubrías un te echo de menos en la guantera o la cara de tonto que se te quedaba cuando te llamaba por sorpresa para decirte que todavía olía a ti. Era bonito ver cómo te enfadabas cuando me ponía a fregar los platos demasiado pronto o cuando intentaba ayudarte en la cocina.


Y lo sé, no puedo olvidarte pero también sé que no puedo dejar de recordarte y aunque estés lejos y tú no lo hagas yo sonrío por los dos. Quizás algún día le cuente a alguien que nos pasábamos tardes enteras tirados en la cama escuchando música y hablando de amor, que te encantaba hacerme cosquillas y a mi verte reír sin razón, que me volvía loca cuando notaba tu olor cerca, que no había nada como la curva de tu barriga para descansar, que estar a tu lado me hacía sentirme completa y no necesitar nada más.

Pero la vida no es como las películas de amor y, a veces, la intuición no funciona tan bien como creíamos y tenemos que resignarnos a un adiós que sale de nuestros labios sin saber cómo, ni porqué... A veces nos vemos obligados a abandonar antes de haber comenzado a luchar porque hay demasiadas minas por el camino. No es fácil renunciar a lo que siempre has soñado pero nuestro guión es, quizás, el resultado de capítulos que ningún escritor se ha atrevido a publicar jamás.